Este es mi mundo de libros, mi blog de lectura(y muchas cosas más) con el que participo de "¿Qué estás leyendo?", una iniciativa de la Orgaización de Estados Iberoamericanos que busca que los lectores compartamos nuestras experiencias en este concurso de blogs.
lunes, 19 de agosto de 2013
sábado, 17 de agosto de 2013
Bajo la misma estrella
¡Hola! ¿Cómo han estado? Esta vez me ahorraré las excusas por no haber publicado. Empiezo por decirles que el libro del que les dejé imágenes era "Bajo la misma estrella" de John Green, su sinopsis:
"Hazel acaba de cumplir 16 años. Y tiene cáncer. A pesar de que un tratamiento ha conseguido reducir su tumor de forma casi milagrosa, es una enferma terminal. Los médicos no pueden decirle cuánto tiempo le queda; solo sabe que debe vivir pegada a un tanque de oxígeno y sometida a continuos tratamientos. Desde hace unas semanas, Hazel forma parte de un grupo de apoyo donde otros chicos como ella comparten sus experiencias. En realidad, ella acude más por obligación que por voluntad; ¿qué sentido tiene hablar con otras personas de lo que nadie puede cambiar? Pero su vida da un verdadero vuelco cuando conoce a Gus Waters... Os preguntaréis: ¿quién es Gus? ¿Y cómo puede cambiar una sola persona la historia de otra?"
"Hazel acaba de cumplir 16 años. Y tiene cáncer. A pesar de que un tratamiento ha conseguido reducir su tumor de forma casi milagrosa, es una enferma terminal. Los médicos no pueden decirle cuánto tiempo le queda; solo sabe que debe vivir pegada a un tanque de oxígeno y sometida a continuos tratamientos. Desde hace unas semanas, Hazel forma parte de un grupo de apoyo donde otros chicos como ella comparten sus experiencias. En realidad, ella acude más por obligación que por voluntad; ¿qué sentido tiene hablar con otras personas de lo que nadie puede cambiar? Pero su vida da un verdadero vuelco cuando conoce a Gus Waters... Os preguntaréis: ¿quién es Gus? ¿Y cómo puede cambiar una sola persona la historia de otra?"
Debo decirles que hoy no les daré mi opinión completa sobre el libro. Me encantó pero la realidad es que toca temas sumamente delicados por lo que no quiero dejar algo escrito en unos minutos, creo que se merece más respeto. Así que lo dejo debiendo lamentablemente. Ahora dejo un cuento que trabajamos en Idioma Español y que distinto de la mayoría, me ha llamado mucho la atención:
El habitante de la planta baja
Vive en un apartamento en
planta baja que tiene un patio, y soporta a sus vecinos de arriba que tiran
papeles, corchos, hasta lamparitas quemadas. Pero con los del séptimo F es
distinto. Cada dos o tres días se pelean (él llega tarde, leda una excusa
ridícula, ella no le cree) y por la ventana del dormitorio vuela algún libro. El
habitante de la planta baja nunca fue muy lector, pero cuando cayó el primer
libro, lo leyó. Después vinieron otros. Un poco de todo: novelas de espionaje,
best sellers, libros de autoayuda. Los lee a todos por igual, ya que son un
regalo del cielo. Sin embargo, cuatro meses atrás, y por un lapso de
tres semanas, los libros dejaron de caer. ¿Los del séptimo F se habrían ido
de vacaciones? No, era algo mucho peor: los encontró caminando por la calle y presencio con desagrado los arrumacos y las palabras cariñosas. Todo
estaba perdido: triunfaba el amor. Pero un viernes, al llegar a su casa a las
tres de la mañana, se cruzó con el vecino. Tenía el traje arrugado y miraba con
insistencia el reloj, como si sus ojos tuvieran el poder de hacer retroceder las
agujas. Lo oyó cerrar el ascensor con extraordinaria suavidad: que nadie en el
mundo se despertara. Pero el de la planta baja sabe que las esposas siempre se
despiertan.El silencio perfecto aún no ha sido inventado. Saca una silla al
patio, mira hacia los cielos y espera. Se oyen los primeros gritos. Pronto
tendrá lectura para el fin de semana.
Pablo de Santis Revista Ñ, El Clarín
El habitante de la planta baja
domingo, 11 de agosto de 2013
¡Hola! ¿Cómo han estado? La verdad es que hoy esperaba subir la entrada con mi opinión sobre el libro del que dejé imágenes la semana pasada pero me encontré con que... ¡nadie ha dicho de qué libro se trata! Por lo tanto le dejaré un día más pero en serio, quiero ver comentarios, no se imaginan lo motivadores que resultan.
En fin, hoy les traigo unas imágenes que muestran varias maneras muy creativas de almacenar los libros. La verdad que me encantaría tener un espacio adecuado en mi casa para guardar mis libros así, en especial en la estantería con forma de clave de sol, es como una mezcla perfecta entre dos cosas que me encantan.
En fin, hoy les traigo unas imágenes que muestran varias maneras muy creativas de almacenar los libros. La verdad que me encantaría tener un espacio adecuado en mi casa para guardar mis libros así, en especial en la estantería con forma de clave de sol, es como una mezcla perfecta entre dos cosas que me encantan.
viernes, 2 de agosto de 2013
La entrada de hoy es algo diferente. Últimamente me he encontrado con imágenes de este tipo en muchos blogs y páginas, imágenes que resultan ser del último libro que leí y me encantó. Por lo que me pareció una buena idea dejarles imágenes y citas para que adivinen de qué libro se trata antes de publicar una entrada con mí opinión completa sobre él. Si les gusta la idea continuaré haciéndolo pero complicaré más el tema, ésta vez es muy fácil adivinar.
Me hubiera gustado dejarles más dibujos y otras frases en español pero, lamentablemente, no sé editar ni dibujar bien y quería que las frases quedaran en ese formato, con esas nubesitas, así que opto por escribirles la traducción en el pie de la imagen.
"Estoy enamorado de tí y no estoy en el negocio de negarme a mí mismo el simple placer de decir las cosas sinceramente." |
"Sería un privilegio que tú rompieras mí corazón." |
"Eso es lo que tiene el dolor, demanda ser sentido." |
"Tal vez okay será nuestro siempre." |
sábado, 20 de julio de 2013
Día del amigo
Hoy es 20 de Julio y para muchos podrá pasar desapercibido este día, pero para los uruguayos es el día del amigo y para mí eso lo convierte en un día sumamente importante porque yo no sería lo que soy sin mis amigos.
Los amigos son personas muy importantes en nuestras vidas y por eso tienen más que merecidos su día y su importante lugar en la literatura. Tanto en la narrativa como en la lírica y la poesía están presentes. Seamos sinceros ¿Que sería Harry sin Ron y Hermione?¿Katniss sin Gale?¿Charlie sin Sam y Patrick?¿Thomas sin Minho? y podría pasar la tarde nombrándoles ejemplos. Los amigos están presentes en todos lados y mi blog no es la excepción. Así que en su día comparto con ustedes un par de poemas. El primero de un conocidísmo escritor argentino: Jorge Luis Borges. El segundo lo encontré navegando en internet y desconozco su autor.
El árbol de los amigos
Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino. Algunas recorren todo el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, mas otras apenas las vemos entre un paso y otro. A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos.
Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies, cosquillitas a nuestro estómago, etc. También existen aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Hablando de cerca, no podemos olvidar a los amigos distantes, aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre hoja y otra. El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. Pero lo que nos deja más felices es darnos cuenta que aquellas que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino. Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. Hoy y siempre... simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevaron mucho, pero no habrá de los que no nos dejaran nada.Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por causalidad.
El primero que nace del brote es nuestro papá y nuestra mamá, nos muestra lo que es la vida.
Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros.
Son sinceros, son verdaderos.
Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.
Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca.
- Jorge Luis Borges
Yo quiero en este momento, donde hago un balance de mi existencia, poder mirar dentro de mi corazón.
Y en él atesorar, como regalos de la vida, los nombres de mis amigos.
Los que viven lejos y los que viven cerca...
Los antiguos y los más recientes...
Los que veo todos los días y los que raras veces veo.
Los que siempre recuerdo, y los que a veces olvido...
Los de las horas difíciles y los de las horas felices...
Los que sin querer herí y los que sin querer me hirieron.
Aquellos que conozco profundamente y aquellos que poco conozco..
Mis amigos humildes y mis amigos importantes..
Los que me enseñaron y tal vez un poquito aprendieron de mi..
Quiero enraizar de forma profunda los nombres de mis amigos para que nunca sean arrancados de mi corazón, y poder agregar nuevos nombres, que venidos de todas partes, se junten con los existentes.
Que nuestra amistad sea un reposo en la lucha diaria de la vida.
Quiero que el espíritu de este momento de reflexión haga de cada deseo una flor, de cada lágrima una sonrisa, de cada dolor una estrella y de cada corazón una dulce morada.
Gracias por ser parte de mi vida, gracias por permitirme ser parte de la tuya.
- Anónimo
miércoles, 17 de julio de 2013
Luego de un tiempo vuelvo con imágenes y citas...
sábado, 13 de julio de 2013
Devuelta al blog y... Escritores...
¡Hola! ¿Cómo han estado? Siento muchísimo haber estado tanto tiempo sin actualizar, he tenido problemas enormes con internet y la cantidad de responsabilidades con el liceo no ayudan. Comienzo con los parciales la siguiente semana pero planeo dejar entradas redactadas para que simplemente tenga que entrar a publicarlas.
Pero no más excusas, hoy les voy a contar un poco de tres autores cuyas obras me propuse leer este año(y principalmente por qué me lo propuse): Gabriel García Márquez, Roberto Fontanarrosa y alguien que últimamente les he mencionado bastante, Mario Benedetti. Todos latinoamericanos pero de diferentes épocas y diferentes géneros narrativos.
Empiezo por Fontanarrosa, que debo decirles, me decepcionó un poco. Mi interés por él comenzó, desgraciadamente, con su muerte. En ese entonces yo tenía 8 y lo desconocía completamente pero como se hablaba de él como un gran escritor me lamenté mucho por no conocerlo y prometí que "más adelante" leería algo suyo. Un poco me olvidé de esa promesa hasta que este año vi que a una amiga le habían obsequiado uno de sus libros de cuentos, "Te digo más...". Pero como no pude esperar a que lo termine(si es que ya lo arrancó a leer) para leer una obra de este autor, la semana pasada compré "El mundo ha vivido equivocado". Y es ahí que me llevé mi decepción por que la verdad es que esperaba reírme a carcajadas a lo largo de todo el libro pero apenas logró sacarme alguna risita el primer cuento. Sin embargo, no lo he terminado así que todavía le doy el beneficio de la duda y de cualquier manera, también leeré "Te digo más...". Aclaro que todo este interés no es solo porque hace seis años me dijeron que era un gran autor, sino que, al buscar ahora información de él lo primero que me encontré fue una frase suya:
"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: «Me cagué de risa con tu libro»"
Tal vez eso no sea muy relevante para ustedes pero si a mí me llama la atención la manera en que un autor se define a sí mismo automáticamente quiero leer sus obras, más en este caso que se trata de un renombrado humorista y yo nunca leí obras de humor.
En cuanto a García Márquez, es el único de los tres escritores que mencioné que no recuerdo cuándo oí hablar de él por primera vez. Creo que desde siempre escucho gente diciendo, en un tono de gran sorpresa, "¿Cómo que no sabés quien es García Márquez?" como si no conocerlo fuese igual que no saber tu propio nombre, como si fuese algo básico en la vida. Sin embargo, nunca escuché a alguien hablando en detalle de una de sus obras, cuando mucho diciendo "Es el que escribió 100 años de soledad". A lo que me refiero, en mi entorno, es de esas figuras que todo mundo conoce su nombre pero casi nadie sabe mucho más que eso. Eso fue lo que despertó mi interés en sus obras, el averiguar porqué es tan fundamental conocerlo. Pero sin duda fue lo que escribió Julia, una participante de la edición 2012 de ¿Qué estás leyendo?, en su blog(Leer y volar) sobre "100 años de soledad" lo que más ganas me dio de leer obras de este autor. Desgraciadamente no he podido leer "100 años de soledad" pero afortunadamente trabajamos con García Márquez en literatura. Todos los cuentos que analizamos me gustaron pero el que me encantó fue "La luz es como el agua". La verdad, no puedo esperar a tener tiempo para leer una obra completa de este autor colombiano ganador del premio Nobel de literatura.
De Mario Benedetti ya no tengo mucho más para decirles, casi todo lo que conozco de él ya lo he publicado aquí. Sin duda amo sus poemas y quiero leer cuanto antes una novela suya, principalmente por los momentos que vivió durante su exilio y que reflejó en sus historias.
Bueno, me despido y espero traerles más entradas pronto :)
viernes, 21 de junio de 2013
Poemas Mario Benedetti
Bueno, ya les había hablado un poco de este escritor uruguayo, Mario Benedetti. Les dejé algunas frases de él aquí y el cuento "Escuchar a Mozart", hoy les traigo algunos poemas de diferentes temas que me gustaron mucho. El primero y el último, de amor, el segundo del transcurso de la vida y el tercero de una manera de afrontar la vida. En cuanto a narrativa de Benedetti, solo he leído algunos cuentos pero sus poemas me han fascinado, lo mucho que se puede expresar en textos tan cortos me sorprende constantemente.
Triste o buena Amar sin nadie/ vaya cosa triste
sin nada que abrazar ni Eva que nos abrace
Buscar en la memoria de la piella boca la cintura la lujuria ganada las suaves nalgas tibias y sólo hallar respuestas de fantasmas
Los desaparecidos no aparecen las voces de los árboles se apagan quedan escombros de caricias y con pudor nos preguntamos¿por qué decimos tantas veces corazón?¿será el único amigo que nos queda?¿o será el refugio de los que queremos?
Amar con alguien/ vaya cosa buena.
Cuando éramos niños
Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.
Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era un océano
la muerte solamente
una palabra
ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en los cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.
Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.
No te rindas
Táctica y estrategia
Triste o buena Amar sin nadie/ vaya cosa triste
sin nada que abrazar ni Eva que nos abrace
Buscar en la memoria de la piella boca la cintura la lujuria ganada las suaves nalgas tibias y sólo hallar respuestas de fantasmas
Los desaparecidos no aparecen las voces de los árboles se apagan quedan escombros de caricias y con pudor nos preguntamos¿por qué decimos tantas veces corazón?¿será el único amigo que nos queda?¿o será el refugio de los que queremos?
Amar con alguien/ vaya cosa buena.
Cuando éramos niños
Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.
Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era un océano
la muerte solamente
una palabra
ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en los cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.
Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.
No te rindas
No te
rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar
y comenzar de nuevo,
Aceptar tus
sombras,
Enterrar tus
miedos,
Liberar el
lastre,
Retomar el
vuelo.
No te rindas
que la vida es eso,
Continuar el
viaje,
Perseguir
tus sueños,
Destrabar el
tiempo,
Correr los
escombros,
Y destapar
el cielo.
No te
rindas, por favor no cedas,
Aunque el
frío queme,
Aunque el
miedo muerda,
Aunque el
sol se esconda,
Y se calle
el viento,
Aún hay
fuego en tu alma
Aún hay vida
en tus sueños.
Porque la
vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo
has querido y porque te quiero
Porque
existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no
hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las
puertas,
Quitar los
cerrojos,
Abandonar
las murallas que te protegieron,
Vivir la
vida y aceptar el reto,
Recuperar la
risa,
Ensayar un
canto,
Bajar la
guardia y extender las manos
Desplegar
las alas
E intentar
de nuevo,
Celebrar la
vida y retomar los cielos.
No te
rindas, por favor no cedas,
Aunque el
frío queme,
Aunque el
miedo muerda,
Aunque el
sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay
fuego en tu alma,
Aún hay vida
en tus sueños
Porque cada
día es un comienzo nuevo,
Porque esta
es la hora y el mejor momento.
Porque no
estás solo, porque yo te quiero.
Táctica y estrategia
Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
lunes, 3 de junio de 2013
Escuchar a Mozart
¡Hola! Hoy quiero compartir con ustedes un cuento de un autor que estoy empezando a descubrir: Mario Benedetti. Tal vez es un poco largo para el blog pero la verdad me encantó el cuento. Se los dejo a su interpretación:
Pensar, capitán Montes, que hubieras podido seguir durmiendo tu siesta. En realidad, estás cansado. Hay que reconocer que la faena de anoche fue dura, con esos doce presos que llegaron juntos, ya bastante maltrechos, y ustedes tuvieron que arruinarlos un poquito más. Eso siempre te deja un malestar, sobre todo cuando no se consigue que suelten nada, ni siquiera el número de zapatos o el talle de la camisa. Las pocas veces en que alguien habla, pensando (pobre ingenuo) que eso quizá signifique el final del infierno, entonces el trabajo sucio te deja por lo menos una satisfacción mínima. Después de todo, te enseñaron que el fin justifica los medios, pero vos ya no te acordás mucho de cuál es el fin. Tu especialidad siempre fueron los medios, y éstos deben ser contundentes, implacables, eficaces. Te metieron en el marote que estos muchachitos tan frescos, tan sanos, tan decididos (vos agregarías: y tan fanáticos), eran tus enemigos, pero a esta altura ya ni siquiera estás demasiado seguro de quiénes son tus amigos. Por lo menos sabés a ciencia cierta que el coronel Ochoa no es tu amigo. El coronel, que jamás se mancha el meñique con ningún trabajo que apeste, te considera un débil, y te lo ha dicho delante del teniente Vélez y del mayor Falero. Vos no siempre alcanzás a comprender cómo Falero y Vélez pueden efectuar tan calmosamente un interrogatorio tras otro, sin perder nada de su compostura, sin que se les afloje un botón ni se les desacomode el peinado, negro y engominado en Falero, ondeado y pelirrojo en Vélez. La siesta te deja siempre de malhumor. Pero hoy estás especialmente malhumorado. Quizá porque Amanda te sugirió anoche, tímidamente, después de haber hecho el amor con una tensión inevitable y frustránea, si no sería mejor que, y vos estallaste, casi rugiste de indignación y despecho, acaso porque también pensabas lo mismo, pero a quién se le ocurría ahora pedir el retiro, algo que siempre despierta fastidiosas sospechas y aprensiones. Y además, en “época de guerra interna”, el pretexto tendría que ser tremendo, nunca menos que cáncer, desprendimiento de retina o cirrosis. Pero lo lamentable es que Amanda lo haya pensado, simplemente pensado. Pienso en Jorgito y me da pánico. ¿Y qué se cree? ¿Que vos vislumbrás un porvenir espléndido? Y eso que ella no sabe los pormenores de cada jornada. No sabe cómo te sentiste cuando a la muchacha que cayó en La Teja hubo que irle sacando los dientes, uno por uno, con paciencia y con celo. O cuando tuviste conciencia de que, al cabo de una sola sesión de trabajo, aquel obrerito mofletudo había quedado listo para que le amputaran el testículo. Ella no sabe nada. Incluso a veces te comenta si será cierto lo que dicen las malas y peores lenguas: que en el cuartel tal y en el regimiento cual, arrancan confesiones mediante espantosos procedimientos. Y es increíble que te diga: “Ojalá nunca te ordenen hacer algo así. Porque, claro, tendrías que negarte, y vaya a saber qué sucedería. Y vos tranquilizándola como de costumbre, sin poderle confesar que cuando te lo ordenaron la primera vez ni siquiera esbozaste una tímida negativa, porque no le podías dar al coronel Ochoa ese pretexto en bandeja. Fue en esa amarga jornada cuando te jugaste tu carrera y decidiste no perder, y aunque de noche estuviste vomitando durante horas, y Amanda, al despertarse con el fragor de tus arcadas, te preguntó qué te pasaba y vos inventaste lo del lechón que te había caído mal, la cosa no terminó ahí y durante muchas noches soñaste con aquel muchacho que, cada vez que recomenzaba el castigo, abría la boca sin emitir sonido alguno y apretaba los ojos y ponía el pescuezo duro como una viga. Ahora pensás, claro, a qué darle más vueltas. Una vez que te decidiste, chau. De todas maneras, vos creés que tenés motivos morales para hacer lo que hacés. Pero el problema es que ya casi no te acordás del motivo moral, sino pura y exclusivamente de una boca que sangra o un cuerpo que se dobla. De modo que aparentemente es bastante lógico que conectes el tocadiscos y coloques en el plato una cualquiera de las sinfonías de Mozart. Hasta hace poco la música te limpiaba, te equilibraba, te depuraba, te ajustaba. Ahora mismo, en esta ascensión espiritual, en este brío juguetón, te alejás de las imágenes sombrías, del patio del cuartel, de los gritos desgarradores, de tu propia vergüenza. Los violines trabajan como galeotes, las violas acompañan como hembras fidelísimas, el corno interroga sin demasiada convicción. Pero no importa. Vos también a veces interrogás sin convicción, y si aplicás la picana es precisamente por eso, porque no tenés confianza en tus argumentos, porque sabés que nadie va a convertirse de pronto en traidor nada más que porque vos evoques la patria o lo putees. Mozart te gusta desde que ibas con Amanda a los conciertos del Sodre, cuando todavía no había Jorgito ni subversión, y la faena más irregular de los cuarteles era tomar mate, y por cierto qué bien lo cebaba el soldado Martínez. Mozart te gusta, no desde siempre sino desde que Amanda te enseñó a gustarlo. Y fijate qué curioso, ahora Amanda no tiene ganas de escuchar música, ninguna música, ni Mozart ni un carajo, sencillamente porque tiene miedo y teme atentados y vela por Jorgito, y claro a Mozart no se lo puede escuchar con miedo sino con el espíritu libre y la conciencia tranquila. O sea que mejor apagá el tocadiscos. Así está bien. De todas maneras, los violines ¿viste? quedan sonando como un prodigio que lentamente se deteriorara, tal como a veces quedan sonando en el cuartel los alaridos de dolor cuando ya nadie los profiere. Estás solo en la casa. Linda casa. Amanda fue a ver a su madre, vieja podrida y meterete, apuntás. Y Jorgito no volvió aún del Neptuno. Hijito lindo, apuntás. Estás solo, y por el ventanal del living entra la soleada imagen del jardín. Ochoa estará ahora con Vélez y Falero. El coronel les da confianza nada más que para conseguir aliados contra vos. Porque te odia, claro. Nadie lo pone en duda. Puede ser que vos odies a los presos, nada más que porque ellos son el pretexto del odio de Ochoa. Rebuscado, ¿no? Hacés méritos y sin embargo comprendés que es inútil. Por fuerte o desalmado que seas, o parezcas, demasiado sabés que Ochoa nunca te perdonará. Porque fuiste vos el que una noche, entre interrogatorio e interrogatorio, le preguntó si era cierto que su hija había pasado a la clandestinidad. Se lo preguntaste con cautela, y también con un amago de solidaridad, ya que, pese a tus encontronazos con el tipo, después de todo tenés bien arraigado el “espíritu de cuerpo. Nunca vas a olvidarte de la mirada resentida que te dedicó, porque claro, era cierto, aquella esplendorosa piba, Aurora Ochoa, alias Zulema, había pasado a la clandestinidad y era requerida en los comunicados de las ocho, y el coronel había encontrado una frase exorcista a la que se aferraba con unción: No me mencionen a esa degenerada; ya no es mi hija. Sin embargo a vos no te la dijo, y eso fue acaso lo más grave. Simplemente te taladró con la mirada, y ordenó: Capitán Montes, retírese. Y vos, después del saludo ritual, te retiraste. No se lo habías preguntado con mala leche, sobre todo porque te hacías cargo de lo que representaba para Ochoa el hecho (escalofriante para cualquier oficial) de que la subversión se hubiera colado en su propio hogar. Pero te borraste, y a partir de esa reculada comprendiste que mientras Ochoa estuviera al frente de la unidad, estabas liquidado. Ahora te servís whisky, por más que no te gusta empezar tan temprano. Pero no te tortures, torturador; no es posible que de una sola vez te quedes sin Mozart y sin whisky. Por lo menos el whisky tiene menos exigencias que Mozart. Al menos, para disfrutar cada trago, no es imprescindible que tengas la conciencia tranquila. Más aún, mala conciencia con dos cubitos de hielo, es una bella combinazione, como bien dice el capitán Cardarelli, de tu derecha, cuando se concede una tregua a medianoche, después de administrar una compleja sesión de picana en paladar, submarino seco y trompadas en los riñones. ¿Alguna vez pensaste qué habría sido de vos si te hubieras negado? Claro que lo pensaste. Y tenés datos muy cercanos y esclarecedores: la brutal sanción al teniente Ramos y la humillante degradación del capitán Silva, de tu izquierda. Ellos no se animaron a hacerse cargo del trabajo mugriento, no se autorizaron a sí mismos aunque con esa decisión mandaran su carrera a la mierda. O quizá fueron simplemente decentes, andá a saber. Decentes e indisciplinados. Una pregunta por el millón: ¿Hasta dónde te llevará tu sentido de disciplina, capitán Montes? ¿Te llevará a cometer más crímenes en nombre de otros? ¿A rehuir tu imagen en los espejos? ¿Hasta dónde te llevará tu sentido de disciplina, capitancito Montes? ¿A ir cancelando tu capacidad de amor? ¿A convertir tus odios en rutina? ¿O a permitir que tu rutina agreda, hiera, perfore, fracture, viole, ampute, asfixie, inmole? ¿A lograr que cada inmolación te deje más reseco, más frío, más podrido, más inerte? ¿Hasta dónde te llevará tu sentido de disciplina, capitán, capitancito? ¿Pensaste alguna vez que el sancionado Ramos y el degradado Silva acaso puedan escuchar a Mozart, o a Troilo (o a quien se les dé en los forros), aunque sea en la memoria? Ahora que por fin ha vuelto Jorgito y se acerca a besarte, no estaría mal que pensaras en él. ¿Crees que con el tiempo tu hijo te perdonará lo que ahora ignora? A lo mejor lo querés. A tu manera, claro. Pero tu manera también ha cambiado. Antes eras franco con él. La rígida disciplina no sólo te había inculcado el rigor, sino algo que vos llamabas, sin precisión alguna, la verdad. Antes, en el cuartel empuñabas tus armas sólo para ejercicios, simulacros. Y en tu casa empuñabas la verdad, también para ejercicios, simulacros. Cuando sorprendías a Jorgito en una insignificante mentira, descargabas en él tu cólera sagrada. Tu santísima trinidad estaba integrada por Dios, el Comandante en Jefe, y la Verdad. Muchas veces le pegaste a Jorgito porque se le había quedado a Amanda con un mísero vuelto, o porque decía saber la tabla del siete y no era cierto. Hace tanto, y en realidad tan poco, de esos arranques. La subversión era todavía atendida en la órbita meramente policial, y ustedes seguían tomando mate en los cuarteles. Pero esas veces en que el botija recibió sin una lágrima las primeras trompadas de su vida, fueron ¿te acordás? inevitablemente seguidas por las primeras y frustráneas noches en que no fuiste capaz de seguir escuchando a Mozart. En una ocasión hasta perdiste la calma, y, ante el estupor de Amanda, hiciste añicos el concierto para flauta y orquesta, y como consecuencia de la rabieta hubo que reparar el Garrard. Pero hace mucho que te borraste de la verdad. La santísima trinidad se redujo a una dualidad todavía infalible: Dios y el Comandante en Jefe. Y no es demasiado aventurado pronosticar desde ya la unidad final: el Comandante en Jefe a secas. Ahora no le exigís perentoriamente a Jorgito que te cuente la verdad estricta, inmaculada, despojada de adornos y disimulos, quizá porque jamás te atreverías a decirle la verdad, la escandalosamente sucia verdad de tu trabajo. Pensar, capitán Montes, capitancito, que podías haber seguido durmiendo la siesta, y en ese caso aún no habrías enfrentado (quizás tendrías que enfrentarla mañana, aunque nunca se sabe cómo funcionan en los chicos las claves del olvido) la pregunta que en este instante te formula tu hijo, sentado frente a vos en la silla negra: Pa, ¿es cierto que vos torturás? Y tampoco te habrías visto obligado, como ahora, después de tragar fuerte, a responder con otra pregunta: ¿Y de dónde sacaste eso?, aun sabiendo de antemano que la respuesta de Jorgito va a ser: Me lo dijeron en la escuela. Y claro, decís, masticando cada sílaba: No es cierto. No es cierto como te lo dijeron. Pero, hijito, tenés que comprender que estamos luchando con gente muy pero muy peligrosa que quiere matar a tu papá, a tu mamá, y a muchas otras personas que vos querés. Y a veces no hay más remedio que asustarlos un poco, para que confiesen las barbaridades que preparan. Pero él insiste: Está bien, pero vos... ¿torturás? Y de pronto te sentís cercado, bloqueado, acalambrado. Sólo atinás a seguir preguntando: ¿Pero a qué le llamás tortura? Jorgito está bien informado para sus ocho años: ¿Cómo a qué? Al submarino, pa. Y a la picana, y al teléfono. Por primera vez esas palabras te taladran, te joden. Sentís que te ponés rojo, y no tenés modo de evitarlo. Rojo de rabia, rojo de vergüenza. Intentás recomponer de apuro cierta imagen de serenidad, pero sólo te sale un balbuceo: ¿Se puede saber cuál de tus compañeritos te mete esas porquerías en la cabeza? Pero ya lo ves, Jorgito está implacable: ¿Para qué querés saberlo? ¿Para hacer que lo torturen? Eso es demasiado para vos. De pronto advertís no sabés exactamente si horrorizado o estupefacto que te has vaciado de amor. Depositás sobre la alfombrita marrón el vaso con el resto de whisky, y empezás a caminar, a pasos lentos y marcados. Jorgito sigue en la silla negra, con sus verdes ojos cada vez más inocentes y despiadados. Das un largo rodeo para situarte detrás del respaldo, acariciás con ambas manos aquel pescuezo desvalido, exculpado, con pelusa y lunares, y empezás a decirle: “No hay que hacer caso, hijito, la gente a veces es muy mala, muy mala. ¿Entiende, hijito? Y no bien el pibe dice con cierto esfuerzo: Pero pa, vos seguís acariciando esa nuca, oprimiendo suavemente esa garganta, y luego, renunciando (ahora sí) para siempre a Mozart, apretás, apretás inexorablemente, mientras en la casa linda y desolada sólo se escucha tu voz sin temblores: ¿Entendiste, hijito de puta?
(Mario Benedetti. Cuentos, 1975)
ESCUCHAR A MOZART
Pensar, capitán Montes, que hubieras podido seguir durmiendo tu siesta. En realidad, estás cansado. Hay que reconocer que la faena de anoche fue dura, con esos doce presos que llegaron juntos, ya bastante maltrechos, y ustedes tuvieron que arruinarlos un poquito más. Eso siempre te deja un malestar, sobre todo cuando no se consigue que suelten nada, ni siquiera el número de zapatos o el talle de la camisa. Las pocas veces en que alguien habla, pensando (pobre ingenuo) que eso quizá signifique el final del infierno, entonces el trabajo sucio te deja por lo menos una satisfacción mínima. Después de todo, te enseñaron que el fin justifica los medios, pero vos ya no te acordás mucho de cuál es el fin. Tu especialidad siempre fueron los medios, y éstos deben ser contundentes, implacables, eficaces. Te metieron en el marote que estos muchachitos tan frescos, tan sanos, tan decididos (vos agregarías: y tan fanáticos), eran tus enemigos, pero a esta altura ya ni siquiera estás demasiado seguro de quiénes son tus amigos. Por lo menos sabés a ciencia cierta que el coronel Ochoa no es tu amigo. El coronel, que jamás se mancha el meñique con ningún trabajo que apeste, te considera un débil, y te lo ha dicho delante del teniente Vélez y del mayor Falero. Vos no siempre alcanzás a comprender cómo Falero y Vélez pueden efectuar tan calmosamente un interrogatorio tras otro, sin perder nada de su compostura, sin que se les afloje un botón ni se les desacomode el peinado, negro y engominado en Falero, ondeado y pelirrojo en Vélez. La siesta te deja siempre de malhumor. Pero hoy estás especialmente malhumorado. Quizá porque Amanda te sugirió anoche, tímidamente, después de haber hecho el amor con una tensión inevitable y frustránea, si no sería mejor que, y vos estallaste, casi rugiste de indignación y despecho, acaso porque también pensabas lo mismo, pero a quién se le ocurría ahora pedir el retiro, algo que siempre despierta fastidiosas sospechas y aprensiones. Y además, en “época de guerra interna”, el pretexto tendría que ser tremendo, nunca menos que cáncer, desprendimiento de retina o cirrosis. Pero lo lamentable es que Amanda lo haya pensado, simplemente pensado. Pienso en Jorgito y me da pánico. ¿Y qué se cree? ¿Que vos vislumbrás un porvenir espléndido? Y eso que ella no sabe los pormenores de cada jornada. No sabe cómo te sentiste cuando a la muchacha que cayó en La Teja hubo que irle sacando los dientes, uno por uno, con paciencia y con celo. O cuando tuviste conciencia de que, al cabo de una sola sesión de trabajo, aquel obrerito mofletudo había quedado listo para que le amputaran el testículo. Ella no sabe nada. Incluso a veces te comenta si será cierto lo que dicen las malas y peores lenguas: que en el cuartel tal y en el regimiento cual, arrancan confesiones mediante espantosos procedimientos. Y es increíble que te diga: “Ojalá nunca te ordenen hacer algo así. Porque, claro, tendrías que negarte, y vaya a saber qué sucedería. Y vos tranquilizándola como de costumbre, sin poderle confesar que cuando te lo ordenaron la primera vez ni siquiera esbozaste una tímida negativa, porque no le podías dar al coronel Ochoa ese pretexto en bandeja. Fue en esa amarga jornada cuando te jugaste tu carrera y decidiste no perder, y aunque de noche estuviste vomitando durante horas, y Amanda, al despertarse con el fragor de tus arcadas, te preguntó qué te pasaba y vos inventaste lo del lechón que te había caído mal, la cosa no terminó ahí y durante muchas noches soñaste con aquel muchacho que, cada vez que recomenzaba el castigo, abría la boca sin emitir sonido alguno y apretaba los ojos y ponía el pescuezo duro como una viga. Ahora pensás, claro, a qué darle más vueltas. Una vez que te decidiste, chau. De todas maneras, vos creés que tenés motivos morales para hacer lo que hacés. Pero el problema es que ya casi no te acordás del motivo moral, sino pura y exclusivamente de una boca que sangra o un cuerpo que se dobla. De modo que aparentemente es bastante lógico que conectes el tocadiscos y coloques en el plato una cualquiera de las sinfonías de Mozart. Hasta hace poco la música te limpiaba, te equilibraba, te depuraba, te ajustaba. Ahora mismo, en esta ascensión espiritual, en este brío juguetón, te alejás de las imágenes sombrías, del patio del cuartel, de los gritos desgarradores, de tu propia vergüenza. Los violines trabajan como galeotes, las violas acompañan como hembras fidelísimas, el corno interroga sin demasiada convicción. Pero no importa. Vos también a veces interrogás sin convicción, y si aplicás la picana es precisamente por eso, porque no tenés confianza en tus argumentos, porque sabés que nadie va a convertirse de pronto en traidor nada más que porque vos evoques la patria o lo putees. Mozart te gusta desde que ibas con Amanda a los conciertos del Sodre, cuando todavía no había Jorgito ni subversión, y la faena más irregular de los cuarteles era tomar mate, y por cierto qué bien lo cebaba el soldado Martínez. Mozart te gusta, no desde siempre sino desde que Amanda te enseñó a gustarlo. Y fijate qué curioso, ahora Amanda no tiene ganas de escuchar música, ninguna música, ni Mozart ni un carajo, sencillamente porque tiene miedo y teme atentados y vela por Jorgito, y claro a Mozart no se lo puede escuchar con miedo sino con el espíritu libre y la conciencia tranquila. O sea que mejor apagá el tocadiscos. Así está bien. De todas maneras, los violines ¿viste? quedan sonando como un prodigio que lentamente se deteriorara, tal como a veces quedan sonando en el cuartel los alaridos de dolor cuando ya nadie los profiere. Estás solo en la casa. Linda casa. Amanda fue a ver a su madre, vieja podrida y meterete, apuntás. Y Jorgito no volvió aún del Neptuno. Hijito lindo, apuntás. Estás solo, y por el ventanal del living entra la soleada imagen del jardín. Ochoa estará ahora con Vélez y Falero. El coronel les da confianza nada más que para conseguir aliados contra vos. Porque te odia, claro. Nadie lo pone en duda. Puede ser que vos odies a los presos, nada más que porque ellos son el pretexto del odio de Ochoa. Rebuscado, ¿no? Hacés méritos y sin embargo comprendés que es inútil. Por fuerte o desalmado que seas, o parezcas, demasiado sabés que Ochoa nunca te perdonará. Porque fuiste vos el que una noche, entre interrogatorio e interrogatorio, le preguntó si era cierto que su hija había pasado a la clandestinidad. Se lo preguntaste con cautela, y también con un amago de solidaridad, ya que, pese a tus encontronazos con el tipo, después de todo tenés bien arraigado el “espíritu de cuerpo. Nunca vas a olvidarte de la mirada resentida que te dedicó, porque claro, era cierto, aquella esplendorosa piba, Aurora Ochoa, alias Zulema, había pasado a la clandestinidad y era requerida en los comunicados de las ocho, y el coronel había encontrado una frase exorcista a la que se aferraba con unción: No me mencionen a esa degenerada; ya no es mi hija. Sin embargo a vos no te la dijo, y eso fue acaso lo más grave. Simplemente te taladró con la mirada, y ordenó: Capitán Montes, retírese. Y vos, después del saludo ritual, te retiraste. No se lo habías preguntado con mala leche, sobre todo porque te hacías cargo de lo que representaba para Ochoa el hecho (escalofriante para cualquier oficial) de que la subversión se hubiera colado en su propio hogar. Pero te borraste, y a partir de esa reculada comprendiste que mientras Ochoa estuviera al frente de la unidad, estabas liquidado. Ahora te servís whisky, por más que no te gusta empezar tan temprano. Pero no te tortures, torturador; no es posible que de una sola vez te quedes sin Mozart y sin whisky. Por lo menos el whisky tiene menos exigencias que Mozart. Al menos, para disfrutar cada trago, no es imprescindible que tengas la conciencia tranquila. Más aún, mala conciencia con dos cubitos de hielo, es una bella combinazione, como bien dice el capitán Cardarelli, de tu derecha, cuando se concede una tregua a medianoche, después de administrar una compleja sesión de picana en paladar, submarino seco y trompadas en los riñones. ¿Alguna vez pensaste qué habría sido de vos si te hubieras negado? Claro que lo pensaste. Y tenés datos muy cercanos y esclarecedores: la brutal sanción al teniente Ramos y la humillante degradación del capitán Silva, de tu izquierda. Ellos no se animaron a hacerse cargo del trabajo mugriento, no se autorizaron a sí mismos aunque con esa decisión mandaran su carrera a la mierda. O quizá fueron simplemente decentes, andá a saber. Decentes e indisciplinados. Una pregunta por el millón: ¿Hasta dónde te llevará tu sentido de disciplina, capitán Montes? ¿Te llevará a cometer más crímenes en nombre de otros? ¿A rehuir tu imagen en los espejos? ¿Hasta dónde te llevará tu sentido de disciplina, capitancito Montes? ¿A ir cancelando tu capacidad de amor? ¿A convertir tus odios en rutina? ¿O a permitir que tu rutina agreda, hiera, perfore, fracture, viole, ampute, asfixie, inmole? ¿A lograr que cada inmolación te deje más reseco, más frío, más podrido, más inerte? ¿Hasta dónde te llevará tu sentido de disciplina, capitán, capitancito? ¿Pensaste alguna vez que el sancionado Ramos y el degradado Silva acaso puedan escuchar a Mozart, o a Troilo (o a quien se les dé en los forros), aunque sea en la memoria? Ahora que por fin ha vuelto Jorgito y se acerca a besarte, no estaría mal que pensaras en él. ¿Crees que con el tiempo tu hijo te perdonará lo que ahora ignora? A lo mejor lo querés. A tu manera, claro. Pero tu manera también ha cambiado. Antes eras franco con él. La rígida disciplina no sólo te había inculcado el rigor, sino algo que vos llamabas, sin precisión alguna, la verdad. Antes, en el cuartel empuñabas tus armas sólo para ejercicios, simulacros. Y en tu casa empuñabas la verdad, también para ejercicios, simulacros. Cuando sorprendías a Jorgito en una insignificante mentira, descargabas en él tu cólera sagrada. Tu santísima trinidad estaba integrada por Dios, el Comandante en Jefe, y la Verdad. Muchas veces le pegaste a Jorgito porque se le había quedado a Amanda con un mísero vuelto, o porque decía saber la tabla del siete y no era cierto. Hace tanto, y en realidad tan poco, de esos arranques. La subversión era todavía atendida en la órbita meramente policial, y ustedes seguían tomando mate en los cuarteles. Pero esas veces en que el botija recibió sin una lágrima las primeras trompadas de su vida, fueron ¿te acordás? inevitablemente seguidas por las primeras y frustráneas noches en que no fuiste capaz de seguir escuchando a Mozart. En una ocasión hasta perdiste la calma, y, ante el estupor de Amanda, hiciste añicos el concierto para flauta y orquesta, y como consecuencia de la rabieta hubo que reparar el Garrard. Pero hace mucho que te borraste de la verdad. La santísima trinidad se redujo a una dualidad todavía infalible: Dios y el Comandante en Jefe. Y no es demasiado aventurado pronosticar desde ya la unidad final: el Comandante en Jefe a secas. Ahora no le exigís perentoriamente a Jorgito que te cuente la verdad estricta, inmaculada, despojada de adornos y disimulos, quizá porque jamás te atreverías a decirle la verdad, la escandalosamente sucia verdad de tu trabajo. Pensar, capitán Montes, capitancito, que podías haber seguido durmiendo la siesta, y en ese caso aún no habrías enfrentado (quizás tendrías que enfrentarla mañana, aunque nunca se sabe cómo funcionan en los chicos las claves del olvido) la pregunta que en este instante te formula tu hijo, sentado frente a vos en la silla negra: Pa, ¿es cierto que vos torturás? Y tampoco te habrías visto obligado, como ahora, después de tragar fuerte, a responder con otra pregunta: ¿Y de dónde sacaste eso?, aun sabiendo de antemano que la respuesta de Jorgito va a ser: Me lo dijeron en la escuela. Y claro, decís, masticando cada sílaba: No es cierto. No es cierto como te lo dijeron. Pero, hijito, tenés que comprender que estamos luchando con gente muy pero muy peligrosa que quiere matar a tu papá, a tu mamá, y a muchas otras personas que vos querés. Y a veces no hay más remedio que asustarlos un poco, para que confiesen las barbaridades que preparan. Pero él insiste: Está bien, pero vos... ¿torturás? Y de pronto te sentís cercado, bloqueado, acalambrado. Sólo atinás a seguir preguntando: ¿Pero a qué le llamás tortura? Jorgito está bien informado para sus ocho años: ¿Cómo a qué? Al submarino, pa. Y a la picana, y al teléfono. Por primera vez esas palabras te taladran, te joden. Sentís que te ponés rojo, y no tenés modo de evitarlo. Rojo de rabia, rojo de vergüenza. Intentás recomponer de apuro cierta imagen de serenidad, pero sólo te sale un balbuceo: ¿Se puede saber cuál de tus compañeritos te mete esas porquerías en la cabeza? Pero ya lo ves, Jorgito está implacable: ¿Para qué querés saberlo? ¿Para hacer que lo torturen? Eso es demasiado para vos. De pronto advertís no sabés exactamente si horrorizado o estupefacto que te has vaciado de amor. Depositás sobre la alfombrita marrón el vaso con el resto de whisky, y empezás a caminar, a pasos lentos y marcados. Jorgito sigue en la silla negra, con sus verdes ojos cada vez más inocentes y despiadados. Das un largo rodeo para situarte detrás del respaldo, acariciás con ambas manos aquel pescuezo desvalido, exculpado, con pelusa y lunares, y empezás a decirle: “No hay que hacer caso, hijito, la gente a veces es muy mala, muy mala. ¿Entiende, hijito? Y no bien el pibe dice con cierto esfuerzo: Pero pa, vos seguís acariciando esa nuca, oprimiendo suavemente esa garganta, y luego, renunciando (ahora sí) para siempre a Mozart, apretás, apretás inexorablemente, mientras en la casa linda y desolada sólo se escucha tu voz sin temblores: ¿Entendiste, hijito de puta?
(Mario Benedetti. Cuentos, 1975)
domingo, 26 de mayo de 2013
¡Feliz día del libro!
El 26 de mayo celebramos en Uruguay el día del libro en conmemoración del aniversario de la apertura de la Biblioteca Nacional. Tal vez luego les hable más del tema pero antes de que termine el día les deseo un feliz día del libro y les dejo esta imagen que encontré en internet y me pareció muy irónica.
¡Liberación de libros!
Debería haberles hablado de esto con tiempo a que ustedes pudieran participar pero bueno, mas vale tarde que nunca. Esta liberación de libros se realiza en muchos lugares del mundo. Consiste en Liberar un libro, de cualquier temática, en un espacio público (plaza, bar, ómnibus, cabina telefónica, etc). En Uruguay, no es común que la gente esté al tanto de esta movida por lo tanto surgió un evento en facebook organizado por "Libro Libre Uruguay". La idea es la misma solo que para hacerlo masivo se organizó que, todo el que lo deseara, liberara un libro el 26 de mayo
Lo que se especifica es que el libro tenga una dedicatoria que indique:
- Que el libro forma parte de Libro Libre Uruguay.
- Que no tiene dueño/a pero quién lo encuentre al finalizar su lectura deberá liberarlo, para que pueda ser disfrutado por otras personas nuevamente.
Les aclaro que existe una página web que funciona a nivel mundial para realizar este tipo de intercambios. Se trata de bookcrossing. Allí se puede registar los libros que liberas y que encuentras(en caso de que tengan un código bookcrossing). De esa manera se vuelve un movimiento mucho más organizado pero como me esperaba, solo hay un libro registrado en bookcrossing en Uruguay. Yo no pude liberar los libros que quería hoy así que voy a tratar de entender la página para poder registrarlos allí y liberarlos mañana.
Lo que se especifica es que el libro tenga una dedicatoria que indique:
- Que el libro forma parte de Libro Libre Uruguay.
- Que no tiene dueño/a pero quién lo encuentre al finalizar su lectura deberá liberarlo, para que pueda ser disfrutado por otras personas nuevamente.
Les aclaro que existe una página web que funciona a nivel mundial para realizar este tipo de intercambios. Se trata de bookcrossing. Allí se puede registar los libros que liberas y que encuentras(en caso de que tengan un código bookcrossing). De esa manera se vuelve un movimiento mucho más organizado pero como me esperaba, solo hay un libro registrado en bookcrossing en Uruguay. Yo no pude liberar los libros que quería hoy así que voy a tratar de entender la página para poder registrarlos allí y liberarlos mañana.
domingo, 19 de mayo de 2013
Stand de la casa de Ana Frank Argentina
Este fue uno de los stands de la feria del libro que más me llamó la atención, supongo se debe a lo mucho que me interesa la historia de Ana Frank y a como estaba dispuesto. Mostrando frases de su diario que yo había pasado por alto y contando toda la historia en un eje cronológico. Bueno, lo verán por ustedes mismos, espero les guste.
No se si se distingue pero lo que dice es también una frase de Ana, "Amo la vida y la esperanza no me abandona nunca". Estas remeras llevaban el personal de el stand. |
Fue impactante ver esto. Se trata de un brazalete utilizado por un oficial nazi durante la Segunda Guerra Mundial y una estrella de David amarilla que cada judío era obligado a utilizar. |
Esta es una réplica original del diario de Ana. |
Feria del libro de Buenos Aires
viernes, 10 de mayo de 2013
Las ventajas de ser invisible
Hola, hoy les quiero contar acerca del último libro que he terminado, "Las ventajas de ser invisible". Fue escrito en 1999 por Stephen Chbosky pero es probable que ya hayan oído acerca de él últimamente ya que se ha vuelto muy popular a causa de la película basada en él. De cualquier manera, les dejo la sinopsis de antes que nada:
Charlie es un chico realmente especial: lee muchísimo, no sale con amigos ni con chicas y reflexiona sobre el mundo desde un punto de vista muy particular. Su ingenuidad, su incapacidad para relacionarse normalmente y su extrema sinceridad le crean más de un problema, especialmente ahora que su único amigo ha muerto. Conocer a Sam y Patrick, los chicos más excéntricos del instituto, provocará un giro radical en su vida que lo sumergirá de pleno en la adolescencia.
Vivir al margen ofrece una perspectiva única. Pero siempre llega el momento de entrar en escena y ver el mundo desde dentro
Como de costumbre en los libros que les traigo mi opinión, me encantó. Principalmente me gustó la manera de narrar de Charlie, cómo analiza todo lo que lo rodea y lo plasma en sus cartas. Como dice la sinopsis, él reflexiona sobre el mundo que lo rodea desde un punto de vista muy particular que, en lo personal, me encanta. Les dejo una frase que dice al comienzo del libro, para que vean más claramente expresa Charlie sus opiniones, en este caso, acerca de su vida:
"Así que esta es mi vida. Y quiero que sepas que estoy tanto feliz como triste y estoy tratando de averiguar como podría ser eso."
La verdad es que me dejó pensando más de una vez con sus palabras, tanto con sus muy acertadas reflexiones como con las verdades que cuenta pero a las que a veces estamos cegados. Aquí están algunas de las frases que me gustaron:
"(...) creo que somos lo que somos por muchas razones y tal vez nunca sabremos la mayoría de ellas. Pero incluso si no tenemos el poder de elegir de donde venimos todavía podemos elegir hacia donde vamos desde allí. Todavía podemos hacer cosas. Y podemos intentar sentirnos bien acerca de ellas."
"(...) las cosas cambian. Los amigos se van y la vida no se detiene para nadie."
En cuanto a la historia en sí refleja la realidad de muchos jóvenes de hoy en día. Muestra la depresión por la que pasan y las diferentes maneras en que la afrontan. Eso en parte me gustó porque la hizo creíble pero por otro lado, se volvió un poco tedioso leer tantas páginas acerca de lo deprimido que estaba Charlie. De cualquier manera, eso no hizo que la historia dejara de valer la pena, porque una de las maneras en que todos los jóvenes afrontamos la vida(y algunos, la depresión) es con música. Así es, la música esta presente siempre para Charlie. Tanto como escapatoria cuando su situación lo abruma como fiel acompañante en momentos de felicidad. Todo lo puede relacionar con una canción. Es por eso que comparto con ustedes esta lista de reproducción que armé con las canciones que el menciona. Click aquí para verla.
Bueno, para terminar les hablaré un poco del resto de los personajes, o mejor dicho, de los que más me gustaron: Sam, la mejor amiga de Charlie y Bill, su profesor de literatura.
Seré breve, la personalidad de Sam me encanta. Es fuerte y no va con rodeos para decir las cosas, sin duda es el tipo de mujer acerca de las que me gusta leer.
En cuanto a Bill, él es un gran referente para Charlie. Todo lo consulta con él, le cuenta sus problemas y recibe sus consejos. No se si tiene mucho de especial pero me recuerda a uno de mis profesores, por eso tenía que mencionarlo. Una de las cosas que Bill le dice es una gran verdad a mis ojos:
"Charlie, aceptamos el amor que creemos merecer."
En fin, le recomiendo este libro a todo aquel que le guste sentirse identificado con los personajes al leer.
viernes, 26 de abril de 2013
Saga Divergente
Bueno, como verán en el título de la entrada hoy les contaré un poco acerca de la saga Divergente. Ya se la había mencionado en la entrada Noticias cuando se dijo el nombre del tercer libro(Allegiant) pero ahora les cuento más a fondo. Para empezar, les dejo algunos datos y luego la sinopsis:
Autora: Veronica Roth
Género: Ciencia Ficción/Distópico
Subgenero: Juvenil
Título original: Divergent
Primera edición: 2011
Editorial en español: Editorial Molino
Autora: Veronica Roth
Género: Ciencia Ficción/Distópico
Subgenero: Juvenil
Título original: Divergent
Primera edición: 2011
Editorial en español: Editorial Molino
Una elección.
Una elección que delimita quiénes son tus amigos.
Una elección que define tus creencias.
Una elección que determina tus lealtades para siempre.
Una sola elección puede transformarte.
Sé que no les brinda mucha información de la historia así que antes de continuar con mis opiniones les contaré un poco más de qué trata. Se desarrolla en un Chicago post-apocalíptico que se divide en facciones con diferentes valores cada una:
Sinceridad(en algunas ediciones, simplemente "Verdad"): La verdad.
Sabiduría(en algunas ediciones, "Erudición"): La inteligencia.
Concordia(en algunas ediciones, "Cordialidad): La paz.
Intrepidez(en algunas ediciones, "Osadía"): La valentía.
Abnegación: La generosidad
El libro se centra en la historia de Tris, quien nos narra en primera persona todo acerca de la elección que debe tomar, detallándonos sus sentimientos, amores y todo acerca de lo que ocurre en su particular sociedad.
Sinceramente me gustó mucho, no me pude despegar de él hasta terminarlo. Está narrado de tal manera que quieras saber constantemente lo que sigue y te emociones en todo momento.
Igualmente, debo reconocer que en parte puede ser un tipo de historia que estamos viendo muy seguido: una protagonista femenina con una particular historia de amor, sentimientos ambiguos y una revolución en la sociedad, al estilo "Los juegos del hambre". Es más, con esa sensación me quedé cuando terminé el primer libro pero todo cobró muchísimo sentido al leer el segundo. Nos encontramos con que todo es mucho más complejo de lo que esperábamos, que todo tiene un por qué y eso simplemente me encantó.
En fin, eso es todo lo que les adelanto porque no quiero que pierdan interés en la historia en caso de que la estén leyendo. Simplemente le recomiendo esta saga a todo lector que disfrute de libros con más de un tema, es decir a los que, como a mí, no les gusta leer un libro enteramente de romance o de terror, sino una mezcla.
Los dejo con uno de los valores que tiene la facción abnegación, me resultó interesante y espero a ustedes también.
Sinceridad(en algunas ediciones, simplemente "Verdad"): La verdad.
Sabiduría(en algunas ediciones, "Erudición"): La inteligencia.
Concordia(en algunas ediciones, "Cordialidad): La paz.
Intrepidez(en algunas ediciones, "Osadía"): La valentía.
Abnegación: La generosidad
El libro se centra en la historia de Tris, quien nos narra en primera persona todo acerca de la elección que debe tomar, detallándonos sus sentimientos, amores y todo acerca de lo que ocurre en su particular sociedad.
Sinceramente me gustó mucho, no me pude despegar de él hasta terminarlo. Está narrado de tal manera que quieras saber constantemente lo que sigue y te emociones en todo momento.
Igualmente, debo reconocer que en parte puede ser un tipo de historia que estamos viendo muy seguido: una protagonista femenina con una particular historia de amor, sentimientos ambiguos y una revolución en la sociedad, al estilo "Los juegos del hambre". Es más, con esa sensación me quedé cuando terminé el primer libro pero todo cobró muchísimo sentido al leer el segundo. Nos encontramos con que todo es mucho más complejo de lo que esperábamos, que todo tiene un por qué y eso simplemente me encantó.
En fin, eso es todo lo que les adelanto porque no quiero que pierdan interés en la historia en caso de que la estén leyendo. Simplemente le recomiendo esta saga a todo lector que disfrute de libros con más de un tema, es decir a los que, como a mí, no les gusta leer un libro enteramente de romance o de terror, sino una mezcla.
Los dejo con uno de los valores que tiene la facción abnegación, me resultó interesante y espero a ustedes también.
"La culpa como una herramienta en lugar de como un arma contra sí mismo."
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